Mediación Familiar
El divorcio no es un punto final en las relaciones personales cuando hay hijos comunes. A ellos hay que seguir atendiéndolos y decidir durante muchos años después sobre cuestiones básicas de su vida.
Hasta ahora, cuando existía una situación de bloqueo de la comunicación entre las partes o dificultades en la toma de decisiones respecto a la separación, la única solución era acudir a la vía judicial.
Situar el conflicto familiar en el juzgado supone plantearlo como una batalla en la que, paradójicamente, nunca habrá vencedores.
La mediación nace como una alternativa de eficacia probada frente a esa judicialización. El mediador no es un juez que impone soluciones a las partes, sino un profesional neutral cuya misión es ayudarles a conseguir acuerdos razonables por sí mismos mediante el diálogo y el consenso. Estos acuerdos pueden ser homologados judicialmente y tener los mismos efectos que una sentencia, con las ventajas añadidas de un menor impacto emocional y económico como el que tiene un procedimiento judicial.
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